Pregón de las fiestas de San Marcos de Arroyo del Ojanco 2011

Buenas noches:

Autoridades, Sra. Alcaldesa, Sr. Presidente de la Hermandad, vecinos/as de Arroyo del Ojanco o de cualquier otro lugar.

Sanmarqueros/as, en primer lugar, dar las gracias a la Hermandad de San Marcos, con su presidente Paco a la cabeza, por darme la oportunidad de ser pregonero de San Marcos en este año tan especial, pues no podemos olvidar que coincide con Semana Santa; pero estoy seguro de que lo sabremos compaginar. En cualquier caso, es para mí un gran honor.

Bueno, para quien no me conozca me llamo Fco. Javier Carrasco Rubio y nací hace 45 años en Arroyo del Ojanco, muy cerca de esta plaza. Quiero dedicar este pregón a mi esposa, mis hijos, hermanos y demás familia, a mi padre y a mi madre, que es la que parió a este sanmarquero, sobre todo por los malos ratos que les hago pasar y que espero seguir haciendo pasar mientras las piernas aguanten.

Decía antes que dar el pregón es un honor, pero a la vez una gran responsabilidad y es que hasta que no te toca no echas cuentas. Sin duda, una de las cosas más bonitas que me han pasado en la vida, pues a pesar de no saber cómo meterle mano al asunto, acepté sin pensarlo. Y alguna noche que otra, me he desvelado dando vueltas a la cabeza, pues son muchos los recuerdos e ideas que me han ido surgiendo.

Pero empezaré hablando de San Marcos desde los años 70, que es más o menos cuando empiezo a tener uso de razón, y que además coincide con el actual recinto.

Lo primero que se me viene a la mente, es ver a mi padre tumbado en el sofá del comedor, todo lleno de gente.

Al parecer, le había pegado un revolcón una vaca a pocos metros de nuestra casa. El buen hombre, según pude saber, y porque curiosamente existen fotos momentos antes de la cogida, la soga la llevaba bastante corta. Claro, al otro lado citando a la vaca tenía a su primogénito, mi hermano mayor, José. Con razón todos los años me advierten que tenga cuidado con las reses, y es que saben de lo que va la cosa. Por cierto, José, tú si has toreado bien en estos últimos meses. Sigue toreando. ¡Suerte Maestro!

Recuerdo también, cómo en las escuelas viejas algún año nos soltaban vaquillas. ¡Qué miedo gastábamos! Por lo menos, yo. Pero había que crear afición. Traer los bidones de la OJE, era todo un espectáculo. Estábamos preparando y deseando que estuvieran levantados para subirnos a ellos y recorrerlos mil veces.

Y así, poco a poco, llegaron los años 80. Sin duda, los mejores y que con más intensidad he vivido. Sería por la juventud.

El primer año que me perdí San Marcos fue por culpa de un accidente de tráfico. Estuve más de un mes en cama. Aquella diana del 84. Cuando pasó por nuestra calle, la calle del Río. Si mis hermanas no abren la puerta, la echan abajo. ¡Fue emocionante! ¡Jamás lo olvidaré!

Mi primera cogida. Fue un novillo bonito, avispado y además en puntas. Se llamaba Rabote. ¡Qué trapajá me dio! Cómo llorabas, Esperanza. ¡Cuánto me querías!

La aparición de las peñas. Pocas, pero compuestas por mucha gente. Una de ellas, mi peña El Olivo. Algunos de sus estatutos decían textualmente:

El nº 2: La Peña El Olivo practicará como deporte principal, el de la buena mesa.

El nº 5: La Sede Social se fija provisionalmente en la calle San Francisco, nº 2 (Casa Marcelino).

También se compró alguna res. Por ejemplo, el Discordias o el Más Grande. ¡Qué lata dimos! ¡Qué petardo de toro!

En los años 90, el 95 concretamente, marcó un antes y un después. Este año vinieron pocas reses, pero tuvimos la suerte de juntarnos un grupo de gente y comprar un semental con 11 años, de los Hermanos Ruiz Cánovas de Navas de San Juan. Se llamaba GRAJITO. Era y fue bravo.

Curiosamente, Cati García y mi primo Andrés Marín, cronista oficial de esta villa, se acordaron de él en el programa de fiestas de no hace muchos años.

Cati le dedicó una estrofa de su poesía que decía así:

Qué recuerdos de aquel Grajito,

Que corría por la plaza,

Exhibiendo bravura

Y presumiendo de su raza.

Y decía lo del antes y el después ya que, es a partir de ese San Marcos, cuando empezamos a ponernos las pilas. Y un año tras otro nos vamos superando, y la fiesta cada vez va a más: nos visita más gente, vienen más y mejores reses, hay más peñas y nace esa rivalidad por traer el mejor toro o vaca. Rivalidad sana y bonita que es la que nos trae hasta hoy, para encontrarnos en la mejor y mayor plaza del mundo. ¡Nuestra plaza de San Marcos!

No quisiera acabar este pregón sin recordar a los sanmarqueros/as que ya no están con nosotros. Algunos muy allegados y que, a pesar del tiempo, siempre estarán en mi memoria. En especial a nuestro amigo y gran sanmarquero que nunca nos falló: Domingo Romero Rodríguez.

Y para terminar, dar las gracias a todos los Presidentes y Juntas directivas que ha habido y a nuestro Excelentísimo Ayuntamiento por su trabajo, ya que, sin todos ellos, esto no hubiera sido posible.

¡¡VIVA SAN MARCOS!!

¡¡VIVA ARROYO DEL OJANCO!!